Ética política en la política mexicana: Entre la gestión y la campaña constante

¿Políticos o influencers? Entre el Servicio Público y la Autopromoción

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La política mexicana atraviesa un momento complicado, donde muchos políticos parecen estar más enfocados en su imagen personal que en cumplir con su responsabilidad pública. El uso de las redes sociales, aunque una herramienta válida para la comunicación, ha llevado a que algunos actores políticos conviertan su trabajo en una plataforma de autopromoción, dejando en segundo plano las verdaderas funciones que deberían desempeñar. Figuras como Andrea Chávez, Samuel García y Enrique Alfaro son ejemplos claros de cómo el trabajo público y la constante visibilidad pueden confundirse, generando dudas sobre sus prioridades y compromisos.

Andrea Chávez, senadora por Morena, es uno de los ejemplos más recientes de esta tendencia. Aunque ha logrado destacarse en temas importantes como los derechos de las mujeres y la justicia social, su presencia constante en redes sociales genera la pregunta: ¿Está trabajando en lo que fue elegida, o está utilizando su cargo para posicionarse en el escenario político a futuro?

Su actividad en plataformas como Twitter y TikTok ha sido notable, publicando no solo sobre las iniciativas que promueve, sino también sobre temas que parecen más orientados a reforzar su imagen personal. Si bien su cercanía con la gente es valorada por muchos, la línea entre cumplir con sus responsabilidades y hacer campaña para aumentar su popularidad parece difusa. Al final, la duda es si su trabajo legislativo se ve opacado por su constante necesidad de ser vista y escuchada.

Samuel García, gobernador de Nuevo León, ha sido otro de los políticos que se ha beneficiado de su presencia constante en redes. Aunque su estilo de comunicación con la ciudadanía es directo y transparente, también es evidente que se ha convertido en una figura mediática, donde cada acción de su gobierno es vista como una oportunidad para alimentar su imagen pública.

A través de videos, publicaciones y transmisiones en vivo, García busca mantener un contacto cercano con los ciudadanos, lo cual es positivo, pero no podemos ignorar que su imagen está siempre al frente. La pregunta es si, al centrarse tanto en su presencia en redes, está priorizando su carrera política por encima de las decisiones reales que su estado necesita. ¿Está gobernando para Nuevo León o está creando una plataforma para un futuro político más grande?

Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, también ha utilizado las redes sociales de forma estratégica. Su constante presencia en los medios y su participación activa en debates nacionales le han permitido posicionarse como un referente dentro de la oposición. Sin embargo, esta visibilidad constante también ha hecho que algunos cuestionen si realmente está comprometido con los problemas de su estado o si, en cambio, está más enfocado en mantenerse relevante para sus aspiraciones políticas futuras.

Alfaro no pierde oportunidad de posicionarse sobre temas nacionales y responder a situaciones que lo ponen en el centro del debate político, lo cual genera la sensación de que su enfoque está más en la imagen que en los resultados concretos de su gestión. Esto no necesariamente es negativo, pero nos lleva a preguntarnos si su estilo de gobernar está siendo más una campaña que un verdadero trabajo por el bienestar de Jalisco.

Lo que une a figuras como Andrea Chávez, Samuel García y Enrique Alfaro es el uso intensivo de las redes sociales para construir y mantener su imagen pública. Aunque es cierto que los políticos deben estar conectados con la ciudadanía, este enfoque puede ser problemático cuando se convierte en la prioridad sobre el trabajo real. Los políticos están en el cargo para tomar decisiones importantes que impacten a la gente, no solo para promoverse a sí mismos.

En el caso de Andrea Chávez, su constante presencia en redes deja en segundo plano su trabajo legislativo, mientras que su imagen personal parece ser el eje central de su actividad pública. Esto plantea la pregunta de si el trabajo político debe ser una herramienta para el servicio público o si, por el contrario, se ha convertido en un medio para fortalecer carreras personales.

La política debe ser vista como un servicio a la gente, no como una herramienta para construir una imagen personal. La ética política debe basarse en el compromiso con el bienestar común, no en la búsqueda constante de visibilidad. Si bien es importante que los políticos se comuniquen con la ciudadanía, no puede ser a costa de su verdadero trabajo. La política no debe ser un espectáculo mediático, sino un compromiso con la gente y con la resolución de sus problemas.

En este sentido, la falta de ética política que se percibe en casos como el de Andrea Chávez, aunque también en figuras como Samuel García y Enrique Alfaro, resalta la necesidad urgente de que los políticos se centren en lo que realmente importa: gobernar y legislar para el bienestar de todos, no para el beneficio de su imagen o sus intereses personales.

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