Un activismo joven que se convierte en política institucional

¿Es Andrea Chávez la política que Juárez necesita o solo un reflejo del sistema?

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Andrea Chávez Treviño, exdiputada federal y actual senadora por el estado de Chihuahua, es una de las figuras más jóvenes y mediáticas de la política mexicana. Su ascenso ha sido meteórico, lo que ha generado tanto elogios como críticas. Conocida por su activismo en favor de los derechos humanos, el feminismo y las comunidades LGBTIQ+, Chávez ha logrado capitalizar su visibilidad en la lucha social para posicionarse como una figura clave dentro de Morena. Sin embargo, su carrera también ha sido marcada por controversias que han cuestionado su autenticidad y su capacidad para conectar con las realidades locales y sociales de Chihuahua.

Chávez comenzó su carrera en el activismo social desde muy joven. Su fundación de la organización Agentes del Cambio que Trascienden a los 15 años y su participación en la Embajada Mundial de Activistas por la Paz reflejan su interés temprano por las causas sociales. Esta etapa de activismo fue un trampolín hacia su entrada a la política formal, donde se unió a Morena en 2018, y rápidamente fue catapultada a puestos de relevancia.

Como diputada federal en la LXV Legislatura, Chávez destacó por su trabajo en la Comisión de Igualdad de Género y en la Comisión de Puntos Constitucionales, así como por su participación en temas de justicia y derechos humanos. Sin embargo, su paso por el Congreso también suscitó críticas. Muchos señalaron que su enfoque en los derechos humanos y su activismo, a menudo con visibilidad mediática, parecían no estar tan alineados con los problemas inmediatos que enfrentaba la población de Chihuahua. Si bien sus propuestas defendían causas válidas como el feminismo y la inclusión, su desconexión con los problemas de violencia y pobreza en su estado generó dudas sobre su compromiso real con los intereses locales.

En este sentido, Chávez representa un fenómeno común en la política mexicana: la transición de los activistas a políticos institucionales. El reto, sin embargo, radica en la capacidad de estos actores para mantenerse fieles a sus principios de lucha mientras se enfrentan a la maquinaria política y a las dinámicas de poder. Chávez ha sido vista como alguien que, en muchos casos, ha cedido a las presiones del sistema político en lugar de utilizar su posición para transformar de manera efectiva las estructuras de poder.

Uno de los principales cuestionamientos hacia Chávez ha sido su capacidad para sostener un compromiso genuino con las necesidades sociales de Chihuahua. Su participación en la política a nivel federal y luego su salto al Senado han estado acompañados de una creciente visibilidad mediática. Sin embargo, la crítica se ha centrado en si esta visibilidad está siendo utilizada para posicionarse de cara a futuras elecciones, más que para ofrecer soluciones reales a los problemas que aquejan a la población local.

Un ejemplo claro de esta controversia es la discusión sobre su enfoque en la seguridad. Si bien Chávez ha hablado sobre la importancia de mejorar las políticas de seguridad, la falta de propuestas concretas y adaptadas a la realidad de Chihuahua ha sido un punto de fricción. En lugar de ofrecer soluciones innovadoras o específicas para su estado, ha recurrido a los mismos discursos que otros políticos nacionales, sin un enfoque genuino en la implementación efectiva de cambios en la región.

Además, el uso de vuelos militares privados favorecidos por Adán Augusto López, por parte de su familia, desató una ola de críticas sobre la ética y transparencia de Chávez y su círculo cercano. Estos episodios han reforzado la percepción de que su figura está más centrada en la autopromoción y la construcción de una imagen política que en la defensa de los intereses concretos de la ciudadanía.

En 2024, Chávez dio el siguiente paso en su carrera política al ser electa senadora por Chihuahua. Este ascenso no solo consolidó su posición dentro del partido Morena, sino que también la colocó en una arena de mayor relevancia, donde los debates y las decisiones tienen un impacto directo en la política nacional. Sin embargo, su tiempo en el Senado ha estado marcado por las mismas tensiones que caracterizaron su paso por la Cámara de Diputados.

Una de sus primeras acciones como senadora fue solicitar licencia para enfocarse en gestiones relacionadas con el sistema de salud de Chihuahua, específicamente con el ISSSTE. Este tipo de iniciativas demuestra que, aunque en muchos casos su activismo se ha centrado en causas nacionales, también está dispuesta a abordar temas locales que afectan directamente a los chihuahuenses. Sin embargo, la pregunta sigue siendo si estas gestiones serán efectivas o si, al igual que en su paso por la diputación, serán más simbólicas que sustantivas.

La figura de Andrea Chávez está claramente dividida entre la percepción de ser una joven activista que lucha por los derechos humanos y la crítica de ser una pieza más del engranaje político de Morena. Sus detractores argumentan que su discurso sobre la justicia social y los derechos humanos se diluye en el contexto de la política institucional, donde las promesas de cambio suelen quedarse en meras promesas.

Por otro lado, sus seguidores ven en ella una figura que representa la renovación política, un rostro joven y comprometido con las causas sociales. No obstante, esta imagen de «nueva política» se ve empañada por las controversias relacionadas con su ascenso rápido y las conexiones con el poder establecido. En este sentido, Chávez representa un claro ejemplo del conflicto que muchos políticos enfrentan al intentar equilibrar su activismo social con las exigencias de una política institucional que frecuentemente requiere compromisos y concesiones.

Andrea Chávez se encuentra en una encrucijada. Por un lado, tiene el potencial de ser una figura que, desde su posición en el Senado, pueda impulsar reformas significativas y propuestas concretas para Chihuahua y el país. Por otro lado, su carrera política está marcada por una constante tensión entre su activismo social y la necesidad de adaptarse a la lógica del poder político.

A medida que continúa su carrera, la verdadera prueba para Chávez será si logra equilibrar sus principios de lucha con las complejidades de la política institucional, o si se convertirá en otro ejemplo de cómo la política puede diluir las promesas de cambio. Al final, su legado dependerá de su capacidad para mantener su autenticidad y de las acciones que tome para realmente transformar la vida de los chihuahuenses, más allá de la imagen pública que ha construido.

Andrea Chávez, entre la lucha por los derechos y los desafíos de la política
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