Durante años el escenario de promesas políticas que rara vez se convierten en realidad. En cada ciclo electoral, los ciudadanos escuchan discursos llenos de propuestas ambiciosas, pero los problemas fundamentales de la ciudad —inseguridad, infraestructura deficiente y desigualdad económica— permanecen prácticamente intocados.
A lo largo de las últimas administraciones municipales, los juarenses han visto desfilar una serie de líderes que, aunque marcaron sus gestiones con proyectos emblemáticos, dejaron en evidencia la falta de continuidad y resultados tangibles. Héctor “Teto” Murguía, quien ocupó la presidencia municipal en dos periodos (2004-2007 y 2010-2013), fue criticado por su enfoque en grandes obras, como el Corredor Multimodal 16 de Septiembre, pero también señalado por la falta de atención a las colonias marginadas y las constantes denuncias de inseguridad durante su administración. Aunque sus proyectos tenían una visión a gran escala, muchos juarenses cuestionaron si esas prioridades respondían realmente a las necesidades del día a día.
Armando Cabada, quien gobernó como independiente de 2016 a 2021, generó altas expectativas con su discurso de renovación y su promesa de trabajar sin compromisos partidistas. Sin embargo, su gestión quedó marcada por la polémica sobre la transparencia en el manejo de recursos y el estancamiento de proyectos clave. Aunque impulsó iniciativas como la modernización del alumbrado público y el transporte colectivo, estas fueron constantemente criticadas por falta de claridad en los contratos y resultados limitados.
En la actual administración de Cruz Pérez Cuéllar, el panorama parece dividir opiniones. Aunque ha logrado avances en temas como la modernización de vialidades y el fortalecimiento del diálogo ciudadano, la seguridad y la infraestructura básica siguen siendo los puntos débiles que más afectan a los juarenses. Pérez Cuéllar ha insistido en que su enfoque está en construir las bases para proyectos de largo plazo, pero muchos ciudadanos se preguntan si estos avances llegarán a tiempo para resolver los problemas inmediatos que enfrenta la ciudad.
La inseguridad sigue siendo uno de los mayores desafíos. Ninguno de los tres últimos presidentes municipales ha logrado implementar una estrategia eficaz que devuelva la tranquilidad a la ciudad. A pesar de los discursos prometiendo cuerpos de seguridad más capacitados y una mayor coordinación con los niveles estatal y federal, los índices de violencia siguen siendo alarmantes.
En cuanto a infraestructura, las administraciones de Murguía, Cabada y Pérez Cuéllar han abordado proyectos de modernización, pero las colonias marginadas continúan enfrentando una grave falta de servicios básicos como agua potable, pavimentación y alumbrado público. Esta desconexión entre los grandes proyectos urbanos y las necesidades esenciales de los ciudadanos más vulnerables ha generado un fuerte desencanto.
El desarrollo económico, aunque constante en su discurso, ha tenido avances limitados en términos de diversificación y mejora de condiciones laborales. A pesar de la relevancia de la industria maquiladora, persiste la falta de proyectos que impulsen otros sectores productivos y que brinden mayor estabilidad a las familias juarenses.
Ciudad Juárez necesita liderazgo que trascienda las promesas y que no utilice a la ciudad como un trampolín político. La falta de continuidad en los proyectos y la constante rotación de agendas personales han dejado a la ciudad atrapada en un ciclo de expectativas incumplidas.
Los juarenses merecen líderes que se comprometan con soluciones reales y tangibles, que enfrenten los problemas con una visión integral y que prioricen a la ciudadanía por encima de los intereses partidistas. La pregunta que persiste es: ¿será la administración actual capaz de romper este ciclo o será una más en la larga lista de promesas olvidadas?